LOS VIOLINISTAS DECIMONÓNICOS JOSE MARÍA CHÁVEZ Y JOSÉ RIVAS, PRECISANDO ALGUNOS DATOS.

LOS VIOLINISTAS DECIMONÓNICOS JOSE MARÍA CHÁVEZ Y JOSÉ RIVAS,

PRECISANDO ALGUNOS DATOS.

 

por Fernando Carrasco Vázquez

A lo largo de todo el siglo diez y nueve en México, dos violinistas son constantemente mencionados en los eventos musicales importantes: en óperas, en visitas de músicos extranjeros, en bailes, etc.

Ya en este blog nos hemos referido a otros dos violinistas del XIX mexicano, Eusebio Delgado y muy fugazmente a Pablo Sánchez. En esta ocasión abordaré a dos personajes, sobre los que, para variar, ha caído una relativa cortina de olvido y confusión.

El primero de ellos conocido simplemente como José María Chávez el célebre autor de la Obertura “La huerfanita”. Cuando uno busca en la red este nombre, pueden aparecer muchas páginas del que fuera héroe y gobernador del  estado de Aguascalientes José María Chávez Alonso (1812-1864). Cuando uno agrega la palabra violinista a la búsqueda, es que aparecen algunas esporádicas y poco certeras referencias a nuestro personaje. Esperemos que con este pequeño perfil se pueda agregar un poco más de información a la que confusamente aportan algunos diccionarios supuestamente especializados.

El otro personaje es José Rivas, el que fuera director del Conservatorio Nacional de Música, destacado ejecutante de instrumentos de pistón pero más conocido como violinista. He decidido tratar a Chávez y a Rivas juntos en el mismo artículo, por ser violinistas, y porque parece que al declinar uno, el otro surge; incluso hubo un momento en el que llegaron a tocar juntos. Espero que con este abordaje, no se genere confusión en el interesado.

Debo confesar que encontrar datos del “Chávez del siglo XIX”,  ha sido una pequeña obsesión mía desde hace algún tiempo,  y realmente me entusiasmó poder aportar algo, del  que ahora sé, fue una controvertida y tormentosa figura musical en su momento, con todas las proporciones guardadas, con el “Chávez del siglo XX”. Nuevamente las fuentes a las que he recurrido son las invaluables páginas de las Hemerotecas tanto Nacional de México como la de España, la disponible en Bidi-Unam Latin-American Newspapers y las genealógicas de Familysearch y Ancestry y además, en esta ocasión del infaltable Olavarría y Ferrari, las tesis de Alejandra Hernández Sánchez y el libro de la pionera Alba Herrera y Ogazón.

En primer lugar el nombre completo del primer mencionado fue: José María Chávez Arévalo, quien nació en algún lugar de España circa de 1813[1], fue hijo de Casimiro Chávez y Florencia Arévalo, según se consigna en varios documentos hallados en Ancestry.com, en este sentido y como estoy haciéndolo desde hace algún tiempo acerca de los músicos trabajados, he elaborado un árbol genealógico también de este personaje y disponible en esa página.

Por una pista proporcionada por el incansable musicólogo John Kogel[2] quien comenta una cita a Chávez en el libro Travels of Anna Bishop in Mexico, 1849, es que sabemos de la presencia de “Chaves”  en Inglaterra dirigido por Charles Bochsa (1789-1856), pues en la página 84 de este texto, descargable en internet, dice lo siguiente:

Párrafo del libro Travels of Anna Bishop in Mexico, 1849, p. 84.

 

Buscando corroborar esto en la hemerografía británica encontramos en The Freeman’s Journal, diario publicado en Dublín, en la edición del 18 de mayo de 1830[3] la siguiente referencia:

Senor Josef Chaves from Madrid, principal violin to his Majesty John the Sixth of Portugal, will perform Rhodes[4] Fourth Concerto-his first appereance in this kingdom.

Tenemos entonces la pista de que José María Chávez Arévalo, tal vez nació en Madrid y que fue violín principal de la corte de Juan VI de Portugal y después violinista en His Majesty´s Theatre en Londres. ¿Por qué decide venir a México? Lo ignoramos.

Lo que sabemos es que ya estaba en nuestro país en 1838 integrado a la Orquesta de Ignacio Triujeque, esto gracias a la tesis de Alejandra Hernández Sánchez[5], quien ha estudiado a don Ignacio y que nos señala el nombre de José María Chávez asociado a él.

Las primeras apariciones hemerográficas de José María Chávez en México, las podemos referir al monumental libro de Olavarría y Ferrari, aunque algunas sin posibilidad de confirmación con otra fuente, pues no aparecen digitalizadas en los diarios de la época que están disponibles en las hemerotecas mencionadas.

Olavarría nos señala que su primera aparición es el 1° de febrero de 1839 junto con otro personaje español muy interesante, el pianista Juan Nepomuceno Retes[6], ambos se encargan de la parte musical en una función en el Teatro principal, a beneficio de los hospitales de sangre[7].

Su nombre vuelve a aparecer en la planilla de violinistas[8], en uno de los varios conciertos del virtuoso pianista, violinista y compositor irlandés  William Vincent Wallace (1812-1865).

Participa en la inauguración del Teatro de Nuevo México, en la que se señala:

“La orquesta compuesta de profesores de reputación conocida y dirigida por el acreditado artista D. José María Chavez, cubrirá los entre-actos con piezas modernas y escogidas”[9].

En julio se presenta Lucía de Lammermoor de Donzietti en la que Wallace dirige y es primer violín; José María Chávez, subdirector y Eusebio Delgado primer violín[10].

El 29 de mayo de 1842 en una función a beneficio de Adela Césari en el número “Sesto.- Gran concierto para violín con acompañamiento de orquesta, ejecutado por el profesor y primer violín director D. J. Chavez”[11]. No hay noticia de qué concierto se trata.

En 1843 es tal vez el personaje del que refieren que “…hallándose enfermo el Sr. Chávez…”[12], piden substituir en la Junta patriótica para conmemorar la independencia, sólo recordemos la condición hispana de nuestro Chávez. En diciembre, de ese año, en una función a beneficio de la actriz María Cañete en el Teatro de Nuevo-México, el prospecto señala:

[…] Los individuos todos de la orquesta, y en particular su director D. José María Chávez, que se esmera en servir en esta noche, sin más interés que manifestarme su aprecio, han procurado un aumento considerable en ella, y ejecutarán las piezas de su ramo en este órden. Abrirán la escena con la hermosa obertura nueva, denominada

LA FLORINDA

Que ha tenido la bondad de componer y dedicarme el jóven mexicano D. Manuel Covarrubias […]

A continuación se presentará en la escena el director D. José María Chavez, á tocar unas variaciones de violín, que concluirán con unas de armónicos sobre el tema del

COR PIU NON MI SENTO […][13]

En 1844 aparece en el primer concierto del célebre chelista alemán Maximilian Bohrer[14] (1785-1867)  el 10 de febrero y cuyo motivo fue la inauguración del Teatro Santa Anna, que después recibiera distintos nombres de acuerdo al momento histórico que atravesaba. Varios diarios de la época toman nota de la inauguración del Teatro concebido por Lorenzo de la Hidalga; reproducimos el texto compendiado por Manuel Rivera Cambas[15], porque describe con algunos detalles el acontecimiento:

Estreno del teatro. Conciertos. Aunque no estaba concluido el teatro cuando se abrió por primera vez el sábado 10 de febrero de 1844 por el célebre tocador de violonchelo Maximiliano Bohrer, que se titulaba primer violoncello de la capilla de S. M. el rey de Wurtemberg. Los anuncios para ese concierto fueron precedido de una exposición firmada por D. Francisco Arbeu, empresario del gran teatro; este señor estaba arreglando una fiesta para el mismo objeto de la inauguración, cuando se presentó el hábil artista exhibiendo la calificación respetable de Rossini, que llamaba á Bohrer único y que era en su instrumento lo que Paganini en el violín; Arbeu quiso que aquel concierto fuera también la primera prueba de las condiciones acústicas que tenía el teatro. En dicha inauguración toco la orquesta la obertura de Palmira composición del mexicano D. Manuel Covarrubias, las variaciones en violín compuestas por D. José María Chávez, director de orquesta; después que Bohrer concertó en el violonchelo con acompañamiento de orquesta , el maestro D. Vicente Blanco le acompañó en el piano las canciones tirolesas ejecutadas admirablemente por Bohrer; el profesor de flauta D. Antonio Aduna tomó parte en el concierto que terminó con una fantasía del Sr. Bohrer, sobre soncecitos populares mexicanos y españoles, acompañándolo en el piano el Sr. Blanco…

Imagen del Gran Teatro Nacional tomada del libro México Pintoresco de Manuel Rivera Cambas, p. 472.

 

Gracias a Olavarría nos enteramos que las variaciones interpretadas por J.M. Chávez fueron realmente compuestas por Charles August de Bériot (1802-1870)[16].

Aunque una carta firmada por “varios aficionados” nos sugiere que no llegó a interpretarlas,  y no pierden la ocasión además para denostar a nuestro Chávez, de una manera lapidaria:

Sres. Editores del Siglo XIX.- Su casa, Febrero 27 de 1844.- Muy señores míos. Es grande la satisfacción con que los ilustrados habitantes de esta capital ven anunciado para la noche del prócsimo juéves, el segundo concierto que ofrece en el GRAN TEATRO DE SANTA-ANNA, el justamente admirado Sr. Macsimiliano Bohrer; pero es mucho mayor la sorpresa que causa á todos, el que el Sr. Chávez tenga el arrojo ó desfachatez de presentarse él á tocar las variaciones que compuso para violín, el célebre Beriot. Si después de oír éstas al Sr. Delgado, director de la orquesta del teatro principal, no podría recibírsele con agrado, el menos previsor calculará lo que debe suceder ahora cuando acaba de esceder nuestra admiración la maestría y destreza con que domina el propio instrumento el inimitable y generalmente aplaudido Mr. H. Vieuxtemps, ¡Quiera Dios que el Sr. Chavez, se intimide al estremo de romper la prima para no tocar, como lo verificó en el primer concierto, ó que si nuestra desgracia es tal que tengamos que oírlo, economice nuestro disgusto, acortando sus baboseadas variaciones! Todo podría dispensarse á cambio de escuchar la melodía con que nos encanta el espresado Sr. Bohrer; mas cuando sobran medios de amenizar el concierto que nos ofrece con piezas que podrán desempeñar otras habilidades que no faltan en esta capital, no dudamos se valga de ellas, con lo que completará el gusto y satisfacción de los que proclamamos su mérito, y esperamos ser obsequiados.

Sirvanse vdes., Sres. Editores, insertar el efecto en su apreciado periódico el presente artículo, cuyo favor les agradecerán-Varios aficionados.[17]

Por cierto, Henri Vieuxtemps (1820-1881) se presentó el 22 y el 24 de febrero en el Teatro Nuevo México, acompañado al clave por su hermana Fanny[18].

Efectivamente el 29 de febrero de ese año, Bohrer ofrece un segundo concierto, en el que Chávez es anunciado interpretando las variaciones de Beriot y además como director de la orquesta, durante todo el concierto. Merece mencionarse la participación de Manuel Salot al “clavicorno” y Bianchardi al oboe en sendas piezas con ellos de solistas, acompañados por la orquesta[19].

El 14 de marzo se anuncia un cuarto concierto[20] (ignoro la fecha del tercero) y finalmente un último concierto el 21 de marzo, en ambos no se hace mención de Chávez, aunque si hay participación orquestal[21] por ello suponemos que participó.

Entre 1844 y 1845 todo parece indicar que une su vida a la de la señorita mexicana Dolores Cejudo Alvarado (1828-1886), hija de José Cejudo y Filomena Alvarado, con quién procrea, hasta donde sabemos, tres hijos: Rafael Pedro Pascual (1845-), Agustín (1847-1934) y Virginia (1851-1895). Obtener esta breve información costó mucho tiempo y esfuerzo, dado que existen extrañas y en ocasiones laberínticas coincidencias, pues en aquel entonces llegó un actor español llamado José Cejudo, por lo que dirigí mis investigaciones hacia allá pensando en que la esposa de José María era española, al encontrar la progenie de éste José Cejudo, esto fue desechado. Por otra parte la hermana de Dolores, llamada Soledad Cejudo (c.1823-1883) también se casó con un personaje español llamado José María Chávez (Refojo o Refujo o Rejujo), nacido circa de 1811 en el Reino de Navarra y de oficio maestro de escuela y además viudo de María de la Concepción Aranda (o Aronde). Con estas líneas aclaratorias podemos seguir investigando en el futuro ya sin confusiones, a nuestro personaje, completamente identificado como José María Chávez Arévalo.

Regresando a la hemerografía, en 1845 aparece una larga carta de la cantante Amalia Pasi en la que explica su separación de la Compañía Italiana del Gran Teatro (ahora) Nacional y en la que Chávez no sale nada bien librado, reproduzco el fragmento donde se le cita:

[…] Tan luego como empezaron los ensayos de la Lucia con la orquesta, dieron principio mis sinsabores, y ya desde entonces no fue difícil adivinar el desenlace que me estaba preparado. El Sr. Chavez, que en tiempos para mi mas risueños, me había ensalzado aun mas allá de la lisonja misma, sin miramientos de ninguna especie ni á mi fatal posición, ni á mi sexo, se declaró graciosamente mi acérrimo y capital enemigo, no sé por qué; y sin otra causa que haberle exigido la repetición de algunos pasages difíciles que requieren una perfecta y mútua inteligencia entre la orquesta y el cantante, me dirigió amargas é inconsideradas réplicas, y ácres y virulentos sarcasmos, de tal manera fuertes é indebidos que, el Sr. Batres no pudo menos de bajar á la orquesta para advertirle al oído que se moderase. Terrible fué para mi este preludio, y él me predecía que, una vez en pugna abierta con el director de la orquesta, y éste sin el freno  de un maestro que lo redujese á los lindes de su obligacion, que es seguir y acompañar al cantante, y no insultarlo y tomar los tiempo, según su capricho, cual lo hacía el Sr. Chavez y los inteligentes lo han notado, muy pronto tendrían término mis artísticos afanes. Penosos fueron para mi aquellos instantes de inmerecida humillacion, que no la habría soportado ni por todo el oro del mundo, si no me tuviera ligada un compromiso que entonces no podía romper. Pero ya resuelta á arrostrarlo todo, devoré en silencio aquel descomedimiento de un hombre poco atento y nada cortes, que abusaba de mi infeliz situacion, y esperé serena la noche de mi estreno, aunque no ignoraba que algunos de mi malquerientes habían preguntado á la empresa que ¿cómo me atrevía á salir con la Lucia habiéndola cantado la Sra. Castellan? Como si una ópera fuera patrimonio de una sola cantante, ó como si una cantante con iguales ó semejantes medios no pudiese desempeñar las óperas que hubiera cantado la otra, sobre todo, si la ópera era adaptable al carácter y facultades de la cantante, como lo era para mi la Lucía.[…]  [22]

A todas luces, la actitud de Chávez es reprobable y digna de una repulsa pública, sin embargo lo que comenta la cantante tampoco es tan agradable, dado que el director no debe ser un mero esclavo acompañante de la cantante. En fin, este texto es un interesante hallazgo para las luchas actuales.

En 1848[23] y después en 1849 aparece como director de orquesta en el listado del prospecto del Gran Teatro Nacional, la nota refiere:

[…]La orquesta, compuesta de los primeros profesores, estará bajo la dirección de D. José María Chavez, quien espera y le llegará dentro de breves días de Europa, un escogido repertorio de música moderna y nueva en México.[24]

En febrero de 1849  José María Chávez tiene mucha actividad, pues el nueve,  vuelve a aparecer como solista, en un concierto en el Teatro Nacional, para la Beneficencia española, con las que suponemos son las mismas variaciones de siempre, pero ahora acompañado al piano por Amadeo Michell[25]; el doce en la función a beneficio de Dorotea López, en la que se presenta la comedia titulada La huérfana. Chávez acompañado de Melé, apoyan a la Srita. Barrueta en la ejecución de una Variaciones[26]; y para las noches del 18 y 20, participa como director de orquesta en el Baile de Máscaras, que año con año se celebraba en el Teatro Nacional[27] y en el que se anuncian: valses, cuadrillas, contradanzas y la polka.

El 6 de agosto de 1849 dirige la primera parta del extenso programa en el Salón de la Lonja (el Teatro Nacional estaba ocupado por Charles Bochsa  y Anna Bishop), del primer concierto de Henri Herz (1803-1888) en México; acompaña el 2° concierto para piano y orquesta del propio Herz[28]. También dirige el mismo concierto, en la función  realizada en el Teatro Nacional para la noche del 18 de agosto[29].

El 22 de agosto, también acompaña un concierto de Herz en el Teatro Nacional, con completo cambio de programa[30]. El 29 de agosto, no solo acompaña a Herz sino también al célebre violinista  Franz Coenen (1826-1904)[31]. Dirige dos oberturas en el “Concierto Monstruo” de Herz en el que participan todos los pianistas activos en el México de aquel momento: J.M. Aguilar, A. Balderas, P. Flateau, Antonio Gómez, Alejandro Gómez, J. M. León, Felipe Larios, J. M. Marzan,  P. Melé, A. Michel, J. M. Oviedo, J. N. Retes, C. G. Urueña, J. Valadés, J. Vazquez, Sr. N.[32]

Se encarga de la parte musical de diversas funciones de la Compañía de Montplaisir en 1849[33] y en 1850[34]. Es enlistado como el director de la orquesta del Gran Teatro Santa-Anna[35] para 1851.

En ese mismo año de 1851 se publica un “desafío musical” en el que Chávez está involucrado, el diario nos aclara que son “algunos que componían la orquesta del Teatro Nacional” en 1850:

Música. Insertamos enseguida la invitación que hacen al Sr. Chávez varios artistas, la que entendemos será aceptada, por el beneficio que resultará á las artes de la competencia y estímulo entre los artistas.

Desafio.

“Habiendo llegado á nuestros oídos la noticia de que Chavez nos desafía con su gran orquesta para una competencia, nosotros que deseamos poner en evidencia á esas ☞distinguidas habilidades que componen la orquesta actual del Teatro de Santa-Anna, comenzando por su director, aceptamos gustosos el desafío, ya sea en general ó en particular (aunque suframos demérito al entrar en esta competencia) prévia la condición de que los que fueran vencidos firmen su derrota.

Suplicamos al Sr. Chavez conteste este artículo y no desdiga con el silencio de su buena reputación y fama.- Varios artistas.[36]

Hasta donde sé, dicho “desafío” fue ignorado por Chávez, por lo que señala una nota posterior y en la que queda un poco aclarado el motivo del mismo:

ESTORNUDA CUANTO QUIERAS, YO NO DEJO MI LUGAR.- Este antiguo refran es hoy la divisa de la Orquesta-Chavez: todas las noches el público manifiesta de una manera clara como la luz del día, el disgusto que le causa no ver restituidos á los Sres. Delgado, Aduna, Bustamante y otros á sus respectivos destinos; pero Chavez, sus compañeros y la empresa se hacen sordos, y las burlas de que son víctimas todas las noches, les parecen sinceros aplausos. Vamos adelante, y el tiempo dirá lo que ha de ser.[37]

Podemos inferir un apoyo de las “autoridades” del momento hacia Chávez, ya que se menciona en una breve nota, el derecho de exclusividad para que sea la orquesta de Chávez la que acompañe a la Compañía ecuestre del Señor Bernabó en el Teatro Principal[38].

En julio de ese año de 1851, cede el puesto de director a Antonio Barili y ocupa el de primer violín[39].

El miércoles 4 de febrero de 1852 se estrena bajo su propia dirección, en el Gran Teatro Nacional y en una función a beneficio de Manuel Fabre, la obertura La Ciciliana[40]; en el diario El monitor republicano, llaman al teatro, Gran Teatro de Santa-Anna y especifican que Chávez concedió el estreno para esta ocasión[41]. Sobre esta obertura también conocida como “La huerfanita”, podemos señalar que se encuentra ubicada en el Archivo de la Catedral en los papeles de Ignacio Triujeque, material trabajado por la investigadora Alejandra Hernández Sánchez en la tesis ya referida. El título de “La huerfanita” quizá pueda tener relación a la obra teatral estrenada en aquella época,  titulada “La huérfana de Bruselas” de Grimaldi[42], aunque esto es una mera suposición. Lo que sí sabemos es que  para el 29 de febrero de ese año de 1852, se anuncia el tradicional Baile de Máscaras, en el que Chávez dirige de nuevo, como en años anteriores[43]. Toma además la batuta de la orquesta del Teatro Principal en la compañía que dirige el Sr. Moreno[44].

Imagen tomada de la Tesis de maestría en musicología, de Alejandra Hernández Sánchez titulada: La orquesta y la colección de obras reunidas por José Ignacio Triujeque: La introducción de una formación independiente en la práctica musical de la Catedral de México (1838-1850), disponible en TESIUNAM.

 

Funge como primer violín de la Compañía Lírica con la que se presenta la afamada Henriette Sontag (1806-1854), y en la que dirigen la orquesta: Antonio Barili[45] y Giovanni Bottesini (1821-1889)[46].

En 1856, se encarga de dirigir la orquesta del Teatro Iturbide según una nota que refiere:

…La orquesta formada de profesores de una reputación bien sentada, y dirigida por el inteligente maestro Sr. Chavez, tocó varias composiciones selectas, de difícil ejecucion, y que acreditaron la maestria y aplomo que tienen en su profesion los músicos que la forman. Los concurrentes aplaudieron con frenético entusiasmo.[47]

Estrena en el Teatro de Oriente, el 30 de enero de 1856, una segunda obertura, ésta titulada La Casandra, compuesta especialmente para el beneficio de la actriz mexicana Romana Manito[48], desgraciadamente nada sabemos sobre ella.

El domingo 3 de febrero de ese mismo año de 1856, se presenta una interesante competencia artística, pues en el Teatro Nacional, Eusebio Delgado dirige el tradicional Baile de Máscaras y en el Teatro de Iturbide se presenta Chávez con el mismo motivo[49]. El 5 de febrero, el Teatro Nacional anuncia 10,000 luces para exceder con mucho el del domingo anterior y el Iturbide anuncia prácticamente lo mismo[50]. El 10 de febrero se anuncia el Gran Baile de Piñata en los mismos espacios, aunque ya no se anuncia a Delgado en el Nacional y sí a Chávez en el Iturbide[51]. Para cerrar ese activo mes, el 12 de febrero, acompaña a otro gran músico visitante, el pianista Oscar Pfeiffer (1830-1906), en el Teatro Iturbide[52]. En marzo de 1856 se le anuncia como director de la orquesta del referido Teatro Iturbide[53].

Después de cierta ausencia en los diarios, reaparece al encargarse de la parte musical, en marzo de 1859, del tradicional Baile de máscaras, ahora de nuevo en el Teatro Nacional[54].

En 1860 dirige una orquesta de 60 profesores, en un evento para el embajador de España en México Joaquín Francisco Pacheco y su comitiva, también participa Eduardo Gavira[55].

Nuevamente en febrero de 1861 su nombre aparece para la dirección musical de los Bailes de Máscara en el Gran Teatro Nacional[56] y el Gran baile de Piñata, en ambos casos dirige la orquesta de Santa Cecilia[57]. En mayo de ese 1861, dirige una obertura en el Teatro Iturbide[58].

El Gran Baile de máscaras de marzo de 1862, cuenta con su presencia como director de orquesta[59]. En ese mismo año participan el Teatro Nacional y la compañía del Teatro Principal en una función a beneficio de la junta patriótica. La orquesta del Sr. Chávez trabaja gratuitamente[60].

Olavarría nos menciona que en la Segunda intervención francesa:

Una orquesta dirigida por Chávez tocaba danzas mexicanas y francesas, se bailaba alegremente y se bebían vinos y licores, a real la copa, y se tomaban helados y refrescos[61]

Y sin embargo dirige la orquesta en la función extraordinaria en el Gran Teatro Nacional llamada ¡¡VIVA LA INDEPENDENCIA!![62].

Existe un lapso en el que Chávez desaparece de la escena, pero el segundo personaje de nuestro artículo surge, se trata del conocido simplemente como José Rivas y mencionado casi siempre por haber ocupado el puesto de director del Conservatorio Nacional de Música sucediendo a Bablot, de 1892 a 1906.

Su nombre completo era: José Agustín Eduardo Rivas Zavala, hijo de Francisco Rivas y Micaela Zavala, nacido el 26 de noviembre de 1837 en la Ciudad de México y no en Colima como señalan erróneamente en algún lado. Contrajo matrimonio en dos ocasiones: primero con la viuda Mariana Tena Rojas (1838-1902), con sendos registros de matrimonio: uno en Morelia en 1864 y otro en la Ciudad de México en 1899; y con Amada María Dolores Ernesta Bravo González (1861-1954) en Tacubaya en 1904.  Hasta ahora no he encontrado hijos de ninguno de los matrimonios.

Regresando a la hemerografía, observamos su primera aparición, tocando como solista el “corned” en 1865 en el Colegio Imperial de Minas[63] con la obra La lluvia de diamantes de Koening[64] en un concierto dirigido por Emile Palant.

José Rivas interpreta en el Gran Teatro Nacional, el 9 de noviembre, una pieza para pistón y orquesta[65].

Chavez y Rivas coinciden en diciembre de 1867 al compartir el atril de violín primero, con la Compañía de ópera italiana en los últimos días de ese año[66].

El 22 de noviembre de 1868 vemos una participación más de José Rivas “en pistón” en el Teatro principal interpretando en la corneta-pistón, “…una hermosa fantasía con variaciones, sobre el tema de una CANCIÓN TIROLESA…”[67] En ese año aparece el anuncio de la publicación de Domingo Ibarra titulada El ramillete de flores[68] en la que podemos encontrar una de sus primeras incursiones como compositor en el N° 6 “Las camelias”[69].

Portada de El ramillete de flores, Colección particular de Jorge Martín Valencia Rosas.

 

 

Extracto de «Las Camelias» de José Rivas. Colección particular de Jorge Martín Valencia Rosas.

 

 

En 1869 es sinodal en un examen de pistón en el Conservatorio de la Sociedad Filarmónica[70]. Más tarde, aparece en el listado de la planta docente de dicho Conservatorio[71].

En 1870 tenemos la noticia de una segunda pieza de José Rivas: “…UN RECUERDO DEL CIRCO CHIARINI. EL CAN-CAN. POLKA ARREGLADA PARA PIANO Por José Rivas[72]. También en ese año Rivas interpreta una Fantasía brillante sobre temas de Norma, de Jean-Baptiste Arban, acompañado al piano por Luis Morán[73].

A partir de este año las apariciones de Rivas son ya como violinista,  en julio de 1872 Rivas es anunciado como “primer violín” de la Compañía de ópera Italiana de Ángela Peralta con funciones en el Gran Teatro Nacional[74].

Después de un largo silencio de noticias sobre José María Chávez Arévalo, aparece en enero de 1874 una nota que habla sobre la salud del violinista y compositor español:

REMITIDO. ADMIRACIÓN Y JUSTICIA AL SABER Y DESINTERÉS. Nuestro buen amigo José Mª

Chavez, muy conocido en esta capital como uno de los mejores profesores de violín, sufrió un ataque de congestión que puso en peligro su existencia.

El Sr. D. Juan Escalante lo atendió con su profesión de un modo tan hábil que impidió la perdida de un honorable padre de familia, y para la sociedad de una notabilidad en su profesión.

El desprendimiento del Sr. Escalante ha sido tal que ni sus honorarios ha querido recibir.

Como amigos del Sr. Chavez damos la gratitud á este caballero recomendándolo de un modo especial al público por su habilidad en el desempeño de su profesión, así como por su filantropía.[75]

Gracias a esta nota, pudimos determinar que no murió en 1868, como lo señala Pareyón[76] y más adelante señalaremos su fecha de muerte. Desgraciadamente esta es la última nota sobre nuestro primer referido.

Volviendo a Rivas, también en enero de 1874 interpreta una Fantasía sobre temas de Lucía, en una entrega de premios de las escuelas lancasterianas[77].

En 1875 nos visitan Gonzalo Núñez (1850-1915) pianista puertorriqueño y el tenor italiano Antonio Delsordo, Rivas ofrece en un concierto encabezado por ellos, el famosísimo Trémolo de Beriot[78], que Chávez y Delgado interpretaban con frecuencia en el pasado.  Se anuncia también en ese año, el nombramiento de “catedrático de la clase de primer año de violín en el Conservatorio de música[…] la elección ha sido a-cer-ta-dí-si-ma”[79].

Es primer violín de una Compañía de Zarzuela en el Teatro Arbeu[80] en el año de 1876.  Un año después, en 1877,  tiene el privilegio de ser acompañado al piano por el pianista austriaco Max Vogrich (1852-1916)  interpretando la Sonata en Fa mayor[81] de Beethoven, también en el Teatro Arbeu[82].

Casi para finalizar ese año de 1877, aparece una nota –más literaria que musical- sobre el Sr. Rivas, dado que muy pocas veces le dedicaban algún comentario, reproducimos la nota íntegra:

EL SR. JOSÉ RIVAS.- Aplausos y coronas ha ido recojiendo en su último viaje al interior el apreciable violinista. Hé aquí lo que dice el Constitucional de Guadalajara refiriéndose á una función en que el pueblo de aquella admiro el talento del Sr. Rivas.

***

“Durante el primero y segundo entreactos, el insigne violinista Sr. José Rivas, acompañando al piano sucesivamente por los señores Emilio Hachar y Guillermo Meyer, nos hizo escuchar con verdadero arrobamiento el cielo de notas inspiradas que hizo que arrancara el violín al contacto de su arco poderoso. El Sr. Rivas es un verdadero artista. Con placer indecible le recordaremos en aquella noche al ejecutar la hermosa y sentida fantasía intitulada “El ave en el árbol.” Aquel efluvio magnífico de notas suaves como la respiración de un niño dormido; dulcísimas y afinadas, remedando sin ejemplo el himno enamorado de un jilguero entre las ramas, nos causó la ilusión más completa. No parecía un artista que imitaba á la naturaleza; no era para nosotros José Rivas el que arrancaba á su violín, el canto dulcísimo del ave. Allí entre el follaje de aquel bosque creado por el pincel sublime de Fontana se ocultaba el encantado nido de un jilguero que gorgeaba á los pálidos resplandores de tranquila noche.

Nos felicitamos muy cordialmente de nuestro insigne compatriota, y son para él, nuestros votos más sinceros, que sus triunfos vengan á ser una nueva rosa prendida en la corona artística del Anahuac.”[83]

En 1878 se presenta en la Sala Nezahualcóyotl, pero la del siglo XIX ubicada en la calle de Betlemitas N° 8, en un concierto de despedida del clarinetista Adrian V. Galarza en el que interpreta la Fantasía sobre motivos de la Muda de Portici de Jean-Delphin Allard (1815-1888)[84].

Publica en marzo de 1879, una carta de despedida para el violinista Gregorio Inostrosa, que parte a Chihuahua, y al que dedica palabras muy afectuosas[85].

En 1879 se le anuncia como director concertador de la Compañía de Zarzuela del Teatro Arbeu y a Pablo Sánchez como violín 1°[86]. Cuando la compañía se presenta en el Gran Teatro Nacional, ya en 1882, el violín 1° lo ocupa Eusebio Delgado[87].

El 18 de enero de 1883, fallece en la Ciudad de México, de parálisis, José María Chávez Arévalo, según lo refiere su hijo Agustín en el acta del Registro Civil[88]. En los diarios sólo se consigna un renglón, situación triste para este hombre que se codeó con: Bochsa, Wallace, Bohrer, Herz, Coenen y Bottesini. Por supuesto no hay imágenes, aunque si una grabación de su famosa obertura. Al final del artículo ofrezco un enlace disponible en Youtube.

Detalle de la defunción de José María Chávez. Imagen tomada de la página de Genealogía, Ancestry.com

 

Regresando a Rivas, en 1885 dirige junto con Miguel Ríos Toledano, el tradicional Baile de Máscaras en el Gran Teatro Nacional[89]. Un año después, en 1886 se le ubica como violín 1° en una compañía de ópera italiana en el Teatro Nacional[90].

En 1887 el celebérrimo Alfredo Bablot, en ese entonces director del ya Conservatorio Nacional de Música, encomienda a Rivas la dirección de la Orquesta de dicha institución[91].

Acerca de esto Alba Herrera en su Arte Musical de México, nos señala que:

…Bablot acordó que los profesores del Conservatorio asumieran, por turnos, la dirección de la Orquesta, con objeto de juzgar de las dotes de cada uno, y elegir definitivamente, al que mayor habilidad mostrara. De esta honrosa manera fue electo director permanente el notable violinista José Rivas, uno de los fundadores del Conservatorio, y profesor de violín en el plantel desde 1884. Este caballero ya tenía ganados abundantes lauros como director de orquesta en la compañía de Ángela Peralta, de la que formó parte…[92]

En 1889, se origina la célebre anécdota en la que José Rivas, director de la orquesta del Conservatorio, después de acompañar a Carlos J. Meneses al piano en un concierto de Liszt, le entrega una corona de laurel diciéndole: “-“Un discípulo del Sr. Meneses, á su Maestro[93]. Sabemos que la orquesta contaba con casi 80 integrantes entre profesores y alumnos, aquí viene un listado y así lo señalan en artículo posterior[94]. Rivas cede la batuta a Meneses en la dirección de la orquesta del Conservatorio y ya en 1892, se le ubica como director de esta institución y como uno de los mejores directores de orquesta del momento, esto en un diario publicado en inglés[95].

En 1893, se vierten elogios a la violinista yucateca Asunción (“Chonita”) Sauri y a sus maestros Alberto Amaya y al “modesto Maestro D. José Rivas…”[96]. Se le señala como una de las notabilidades musicales locales, en la dirección del Conservatorio Nacional, en una cita del diario al artículo del Chicago Musical Currier[97].

En 1905 es uno de los encargados de recibir triunfalmente a Julián Carrillo a su regreso de Europa[98].

Tristemente una de las últimas notas hemerográficas sobre José Rivas no es sobre música y data del 8 de diciembre de 1906. En ella comentan que José Rivas denuncia a la doméstica Toribia Arzate por haberle robado dos pesos a su esposa[99].

Sobre su labor como director del Conservatorio Nacional de Música, Alba Herrera y Ogazón nos participa algunos párrafos en su célebre y ya referido Arte Musical de México, que parecen en algún momento contradictorios, presento las citas:

…Desde entonces [1892] permaneció a la cabeza del Conservatorio D. José Rivas.

En 1893 fue reorganizado el plantel conforme a la nueva ley, y al año siguiente se concedió un leve aumento en los sueldos de los profesores, que, justo es decirlo, recibieron durante mucho tiempo estipendios miserables, desproporcionados totalmente a la categoría de la escuela que utilizaba sus servicios.

En esa época produjo el Conservatorio un numeroso grupo de brillantes alumnos, entre los que sobresalen Julián Carrillo, Alberto Villaseñor, Pedro L. Ogazón, Joaquín Villalobos, Arturo y Maracos Rocha, Luis Saloma y Velino Preza. Los exámenes de algunas asignaturas llegaron a adquirir verdadero esplendor, especialmente los de la clase encomendada a Carlos J. Meneses, quien alcanzó entonces el apogeo de su nombradía como el profesor de piano mas satisfactorio que poseía México.[100]

…Imposible sería consignar, aquí, la historia no-oficial del Conservatorio; baste decir que en ninguna época ha carecido de interés. Este período de la dirección de Rivas se señaló por desagradables campañas oposicionistas y litigios públicos del peor gusto, en los que se enconaron las rivalidades musicales hasta llegar a la virulencia máxima. Lejos estaban ya los tiempos de la ardiente fraternidad artística y el olvido de todas las miserias personales en el culto de la música…!

…El Sr. Rivas, acaso por cansancio, acaso por escepticismo de viejo luchador, experto en todos los achaques de la guerra, y capaz de presentir la derrota lo mismo que el triunfo, envolvióse, los últimos años de su administración, en una indiferencia sonriente y filosófica; su actitud parecía decir, sin amargura ninguna: ¿cui bono?… Y así, siempre afable, siempre correcto y ecuánime, hizo la entrega del plantel el 1° [de enero] de 1907 al maestro Ricardo Castro, recién llegado de su peregrinación europea. Con la misma afabilidad había entregado la dirección de la orquesta algunos años antes, a su sucesor Carlos J. Meneses.

Del prolongado lapso en que Rivas tuvo a su cargo el Conservatorio se podrían citar, con elogio, no pocos hechos; mientras rigió en el plantel la voluntad única de este señor, no hubo ostentaciones ni pompas, aunque hubiese errores en el sistema general de la enseñanza, pero, así como así, la producción de alumnos excelentes fue buena; los estudiantes aventajados y los principiantes de aquellos tiempos, han ocupado, después y ocupan en la actualidad (casi con exclusión de otros elementos), los puestos de mayor representación musical que existen en México. Hasta hoy dos o tres de aquellos escolares que van en buen camino de escalar el Parnaso; así sea[101].

Para consultar otro texto que contiene bastante información sobre las reformas realizadas por José Rivas en la dirección del Conservatorio es recomendable la revisión de la tesis de doctorado de Betty Luisa de Maria Auxiliadora Zanolli Fabila, La profesionalización de la enseñanza musical en México: el Conservatorio Nacional de Música (1866-1996). Su historia y vinculación con el arte, la ciencia y la tecnología en el contexto nacional, en  dos volúmenes y disponible en la red[102].

En 1907 se publica la nota del cambio de estafeta en la dirección del Conservatorio dejándola en manos de Ricardo Castro[103]. Rivas aparece como colaborador de la publicación mensual, El arte musical de México, aunque tal vez fuera meramente honorífica su participación.

José Agustín Eduardo Rivas Zavala, desaparece de los diarios después de ese momento y muere el 3 de diciembre en Tacubaya, a causa de: “…colitis, síncope cardiaco en el curso de lesión orgánica del corazón…”[104]. Tristemente ningún diario consignó el hecho. Por supuesto no he podido conseguir ningún retrato y los pocos ejemplares de su música no están disponibles en este momento[105]. Tal vez en el Conservatorio Nacional de Música podrían intentar hacerle una rememoración, pues para bien o para mal, fue uno de los directores de aquella institución por ¡14 años!.

Detalle de la defunción de José Rivas. Imágen tomada de la página de Genealogía Ancestry.com.

 

 

Espero que con este trabajo se aclaren algunos datos erróneos sobre estos personajes y surja algún interés por su participación en el mundo musical mexicano del siglo XIX. No albergo muchas esperanzas de contactar descendientes de ambos, o personas con algún grado de parentesco, pero ojalá, si leen esto, se puedan poner en contacto.

Finalmente ofrezco la versión disponible en youtube de la célebre obertura de José María Chávez Arévalo (c.1813-1883).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Dato inferido de su registro de defunción que señala que tenía 70 años al morir.

[2] John Kogel, “La vida musical en el México del siglo XIX, vista por los músicos extranjeros” (traducción de Ricardo Miranda), en Discanto (Editores Luisa Vilar-Payá y Ricardo Miranda), Tomo I, Veracruz, 2005.

[3] Desgraciadamente se me acabó la vista libre y ya no pude ver la referencia en el mismo diario del 14 de mayo de 1833, en la que también se le menciona,  pues concluyó mi prueba gratuita.

[4] Seguramente se trata del Concierto N° 4 en la mayor op. 6 de Pierre Rode (1774-1830).

[5] Tesis de maestría en musicología, de Alejandra Hernández Sánchez titulada: La orquesta y la colección de obras reunidas por José Ignacio Triujeque: La introducción de una formación independiente en la práctica musical de la Catedral de México (1838-1850), disponible en TESIUNAM.

[6] El primer discípulo interno que hubo en el Conservatorio [Reina Cristina] según refiere Baltasar Saldoni, Diccionario Biográfico-Bibliográfico de efemérides de músicos españoles, t.IV, p.274. Con permanencia en nuestro país, pero hasta donde sabemos regresó a España.

[7] Enrique Olavarría y Ferrari, Reseña histórica del Teatro en México, 3ª ed., 1961.México: Porrúa, vol. 1, p.336

[8] p. 346. Semanario de las Señoritas mexicanas, t. 1, 1841, p. 86

[9] Diario del Gobierno de la República Mejicana, 28/05/1841, p.104; Olavarría…,  p. 354.

[10] Olavarría…, p. 363

[11] Diario del Gobierno de la República Mejicana, 28/05/1842, p. 112; Olavarría…, p. 397.

[12] Diario del Gobierno de la República Mexicana, 11/08/1843, p. 411.

[13] Diario del Gobierno de la República Mexicana, 26/12/1843, p. 472.

[14] Escrito Boherer en muchos documentos de la época.

[15] Manuel Rivera Cambas, México pintoresco, p. 473

[16] Olavarría…, p. 421.

[17] El siglo diez y nueve, 29/02/1884, p. 4.

[18] Olavarría…, p. 423.

[19] Diario del Gobierno de la República Mexicana, 28/02/1844, p. 4.

[20] Diario del Gobierno de la República Mexicana, 13/03/1884, p. 4.

[21] El siglo diez y nueve, 21/03/1844, p. 4.

[22] El monitor constitucional, 11/09/1845, pp. 2 y 3. Probablemente se trate del opúsculo “Al culto público mexicano” publicado por la imprenta de Vicente G. Torres en 1845.

[23] El siglo diez y nueve, 09/07/1848, p. 4

[24] El siglo diez y nueve, 03/04/1849, p. 2.

[25] El Universal, 09/02/1849, p. 4.

[26] El siglo diez y nueve, 12/02/1849, p. 4.

[27] El siglo diez y nueve, 17/02/1849, p. 4.

[28] El Universal, 04/08/1849, p. 4.

[29] El Universal, 17/08/1849, p. 4.

[30] El siglo diez y nueve, 20/08/1849, p. 4.

[31] El siglo diez y nueve, 27/08/1849, p. 4.

[32] El Universal, 05/09/1849, p. 4.

[33] El siglo diez y nueve, 21/12/1849, p. 4.

[34] El Universal, 29/01/1850, p. 4.

[35] El Universal, 15/04/1851, p. 4.

[36] El siglo diez y nueve, 28/04/1851, p. 4. El monitor republicano, 29/04/1851, p. 4.

[37] El monitor republicano, 13/05/1851,p.4.

[38] El siglo diez y nueve, 16/07/1851, p. 4.

[39] El siglo diez y nueve, 25/07/1851, p. 4.

[40] El siglo diez y nueve, 04/02/1852, p. 4.

[41] El monitor republicano, 04/02/1852, p.4.

[42] El siglo diez y nueve, 07/04/1844, p. 4.

[43] El siglo diez y nueve, 29/02/1852, p. 4.

[44] El siglo diez y nueve, 01/11/1852, p. 4.

[45] El Universal, 18/04/1854, p. 4.

[46] El siglo diez y nueve, 25/04/1854, p. 2.

[47] El siglo diez y nueve, 05/01/1856, p. 4.

[48] Olavarría…, p. 633. El ómnibus, 30/01/1856, p.4 (ejemplar casi ilegible).

[49] El republicano, 02/02/1856, p. 4.

[50] El siglo diez y nueve, 05/02/1856, p. 4

[51] El monitor republicano, 09/02/1856, p. 4.

[52] El ómnibus, 12/02/1856, p. 3.

[53] Diario de avisos, 17/03/1856, p. 4.

[54] Diario oficial del supremo gobierno, 02/03/1859, p. 4.

[55] La sociedad, 09/06/1860, p. 2.

[56] El monitor republicano, 09/02/1861, p. 4.

[57] El siglo diez y nueve, 17/02/1861, p. 4.

[58] El monitor republicano, 12/05/1861, p. 4.

[59] El siglo diez y nueve, 01/03/1862, p. 4.

[60] El siglo diez y nueve, 12/09/1862, p. 4.

[61] Olavarría…, p. 672.

[62] El siglo diez y nueve, 12/09/1862, p. 4.

[63] La sociedad, 22/04/1865, p. 3.

[64] Podría tratarse del compositor holandés David Koning (1820-1876), algún dato de él puede encontrarse en: https://musicalics.com/es/node/92200

[65] El correo de México, 08/11/1867, p. 3.

[66] El monitor republicano, 20/12/1867, p. 3. Olavarría…, t.ii, p. 743.

[67] El siglo diez y nueve, 22/11/1868, p. 4.

[68] El siglo diez y nueve  del 19 de agosto de 1868, p. 4.

[69] Información de la portada y algunos compases del principio de la pieza bailable. Colección particular de Jorge Martín Valencia Rosas.

[70] El siglo diez y nueve, 20/11/1869, p. 3.

[71] La iberia, 25/12/1869, p. 3.

[72] El siglo diez y nueve, 26/01/1870, p.4.

[73] El siglo diez y nueve, 07/08/1870, p. 4.

[74] El ferrocarril, 19/07/1872, pp. 2-3.

[75] La iberia, 09/01/1874, p. 3.

[76] Gabriel Pareyón, Diccionario Enciclopédico de Música en México, t. 1, p.228.

[77] El siglo diez y nueve, 31/01/1874, p. 3.

[78] El siglo diez y nueve, 23/01/1875, p. 3.

[79] El siglo diez y nueve, 23/03/1875, p. 3.

[80] La Iberia, 09/02/1876, p. 3.

[81] Seguramente la N° 5 op. 24, “La primavera”.

[82] La colonia Española, 11/07/1877, p. 3.

[83] El monitor republicano, 23/12/1877, p. 4.

[84] La voz de México, 23/10/1878, p. 3.

[85] El siglo diez y nueve, 01/03/1879, p. 3.

[86] La colonia española, 12/04/1879, p. 3.

[87] El diario del hogar, 05/04/1882, p. 3.

[88] Documento disponible en Ancestry.com.

[89] The two republics, 13/02/1885, p. 4.

[90] El diario del hogar, 01/09/1886, p. 3.

[91] El tiempo, 04/09/1887, p. 1.

[92] Alba Herrera y Ogazón, El arte musical de México, 1917, edición facsimilar CENIDIM, p. 60.

[93] El tiempo, 28/08/1889, p. 2.

[94] La Patria ilustrada, 02/09/1889, p. 3.

[95] Daily Anglo American, 22/08/1892, p. 2.

[96] La patria, 20/12/1893, p. 2.

[97] The mexican herald, 19/02/1899, p. 5.

[98] El contemporáneo, 05/07/1905, p. 3.

[99] El popular, 08/12/1906, p. 1.

[100] Alba Herrera, op. cit. p. 62.

[101] Alba Herrera, op. cit. pp. 63-65.

[102] Descargable en: http://inbadigital.bellasartes.gob.mx:8080/jspui/handle/11271/1752

[103] El tiempo, 03/01/1907, p. 1.

[104] Registro disponible en Ancestry.com.

[105] En la Biblioteca de las Fam se encuentra: Petenera [música] / Ana Judic ; arreglado para piano y canto por José Rivas, Nagel; en la Biblioteca de las artes: la misma obra, editada por Wagner y Romanza: para Soprano de la Zarzuela «El Anillo de Hierro», para Piano y Canto / Marqués; Arr. por José Rivas,

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